Carlos Rafael Yllescas M.  
 
  Hiperactividad 18-04-2024 06:28 (UTC)
   
 
Universidad de San Carlos de Guatemala
Centro Universitario de Occidente
Licenciatura en Psicología
Psicoterapia II
Lic. Carlos Rafael Yllescas Mijangos

LA HIPERACTIVIDAD

    La hiperactividad es un trastorno de la conducta en niños, descrito por primera vez en 1902 por Still. Se trata de niños que desarrollan una intensa actividad motora, que se mueven continuamente, sin que toda esta actividad tenga un propósito. Van de un lado para otro, pudiendo comenzar alguna tarea, pero que abandonan rápidamente para comenzar otra, que a su vez, vuelven a dejar inacabada. Esta hiperactividad aumenta cuando están en presencia de otras personas, especialmente con las que no mantienen relaciones frecuentes. Por el contrario, disminuye la actividad cuando están solos. Según Still, estos niños son especialmente problemáticos, poseen un espíritu destructivo, son insensibles a los castigos, inquietos y nerviosos.

    También son niños difíciles de educar, ya que pocas veces pueden mantener durante mucho tiempo la atención puesta en algo, con lo que suelen tener problemas de rendimiento escolar a pesar de tener un cociente intelectual normal.
    Son muy impulsivos y desobedientes, no suelen hacer lo que sus padres o maestros les indican, o incluso hacen lo contrario de lo que se les dice. Son muy tercos y obstinados, a la vez que tienen un umbral muy bajo de tolerancia a las frustraciones, con lo que insisten mucho hasta lograr lo que desean. Esto junto sus estados de ánimos bruscos e intensos, su temperamento impulsivo y fácilmente excitable, hace que creen frecuentes tensiones en casa o en el colegio.
    La hiperactividad infantil es bastante frecuente, calculándose que afecta aproximadamente a un 3% de los niños menores de siete años y es más común en niños que en niñas (hay 4 niños por cada niña).
    En el año 1914 el doctor Tredgold argumentó que podría ser causado por una disfunción cerebral mínima, una encefalitis letárgica en la cual queda afectada el área del comportamiento, de ahí la consecuente hipercinesia compensatoria; explosividad en la actividad voluntaria, impulsividad orgánica e incapacidad de estarse quietos. Posteriormente en el 1937 C. Bradley descubre los efectos terapéuticos de las anfetaminas en los niños hiperactivos. Basándose en la teoría anterior, les administraba medicaciones estimulantes del cerebro (como la benzedrina), observándose una notable mejoría de los síntomas.

Síntomas
1. Déficit de atención:
•    Dificultad para resistir a la distracción.
•    Dificultad para mantener la atención en una tarea larga.
•    Dificultad para atender selectivamente.
•    Dificultad para explorar estímulos complejos de una manera ordenada.
2. Hiperactividad:
•    Actividad motora excesiva o inapropiada.
•    Dificultad para acabar tareas ya empezadas.
•    Dificultad para mantenerse sentados y/o quietos en una silla.
•    Presencia de conductas disruptivas (con carácter destructivo).
3. Impulsividad:
•    Incapacidad para inhibir conductas: dicen siempre lo que piensan, no se reprimen.
•    Incapacidad para aplazar las cosas gratificantes: no pueden dejar de hacer las cosas que les gusta en primer lugar y aplazan todo lo que pueden los deberes y obligaciones. Siempre acaban haciendo primero aquello que quieren.
•    Impulsividad cognitiva: precipitación, incluso a nivel de pensamiento. En los juegos es fácil ganarles por este motivo, pues no piensan las cosas dos veces antes de actuar, no preveen, e incluso contestan a las preguntas antes de que se formulen.
    En general son niños incapaces de estarse quietos en los momentos que es necesario que lo estén. Un niño que se mueva mucho a la hora del recreo y en momentos de juego, es normal. A estos niños lo que les ocurre es que no se están quietos en clase o en otras tareas concretas.
    Los padres suelen definir a un hijo hiperactivo como inmaduro, maleducado y gamberro. Sus comportamientos generan conflictos en la familia, desaprovación y rechazo. Son irritantes y frustrantes en cuanto al éxito educativo de los padres, y algunos niños tienden al aislamiento social.
   Este trastorno ya se detecta antes de los 7 años y unos tienen síntomas más graves que otros. Estos síntomas suelen estar presentes en diferentes ambientes: el familiar, el escolar, en la consulta del médico..., aunque dependiendo de donde se encuentren lo muestran con mayor o menor intensidad. Según el modelo educativo ejercido, el niño puede estar más controlado o no. En determinados casos esta hiperactividad se conserva en la edad adulta, aunque se sabe controlar mejor, todo y con eso, no son personas que sepan concentrarse en tareas largas y monótonas.

Tipos de trastorno por déficit de atención-hiperactividad
1. Combinado: el niño presenta tanto síntomas cognitivos (déficit de atención) como motrices (hiperquinesia, impulsividad). Es el más frecuente.
2. Predominio de déficit de atención: posee más síntomas cognitivos que motrices.
3. Predominio de hiperactividad: existe un mayor número de síntomas de impulsividad e hiperquinesia en comparación con los de déficit de atención.
    Un 65% de estos niños también presentan un negativismo desafiante hacia las normas, que se conserva en la adolescencia y puede conllevar problemas en las relaciones sociales.
   Otro síntoma característico en estos niños es el insomnio, tienen problemas por mantener un ritmo de sueño nocturno correcto, no suelen dormir de un tirón.

Principales hipótesis sobre el origen de la hiperactividad
    Durante mucho tiempo se han barajado múltiples hipótesis que expliquen el origen de este trastorno, entre las que se encuentran las siguientes:
•    Una hipoactivación del sistema nervioso central, la cual se compensa incrementando la actividad motora.
•    Déficit bioquímico de catecolaminas: dopamina y noradrenalina.
•    Alteración de la segregación de la hormona tiroidea.
•    Estrés perinatal de la madre (las madres fumadoras durante el embarazo tiene mayor riesgo de tener hijos hiperactivos).
•    Incremento de los niveles de plomo en la sangre, sobretodo por residir en zonas muy contaminadas (en grandes ciudades, cerca de puertos mercantiles...).
•    Alimentación: consumo de alimentos con aditivos, exceso de azúcar refinado...
•    Factores familiares: peleas conyugales frecuentes, padres muy críticos y represivos.
Tratamiento
    El tratamiento depende de cada caso individual. Algunos de estos niños tienen alteraciones orgánicas que se pueden reflejar en un electroencefalograma alterado. Otros pueden tener el cociente intelectual inferior a lo normal y otros presentan alteraciones neurológicas o endocrinas. Sin embargo, muchos no presentan ninguna de estas alteraciones.
    Una cosa que hay que tener en cuenta, es que si los padres riñen exageradamente al niño hiperactivo, pueden estar fomentando un déficit de autoestima por su parte (sobretodo si lo critican por todo lo que hace) y realimentan el trastorno, ya que el pequeño acabará por no esforzarse por portarse bien, pues verá que siempre acaban riñéndole haga lo que haga.
1. Tratamiento farmacológico:
•    Estimulantes: como el metilfenidat (Rubifent), pemodina y derivados de la anfetamina. No es un tratamiento curativo, sino de mejoría de síntomas, ayudan a que el niño pueda concentrarse mejor y reduce la hiperactividad.
•    Neurolépticos: son sedantes, no suele ser el tratamiento más administrado ni efectivo, además posee más efectos secundarios. Se utiliza cuando el niño muestra además rasgos psicóticos.
2. Tratamiento psicoterapéutico: las técnicas psicoterapéuticas están destinadas a mejorar el ambiente familiar y escolar, favoreciendo una mejor integración del niño a la vez que se le aplican técnicas de modificación de conducta.
•    Tratamiento cognitivo: autoconstrucciones: se basa en el planteamiento de la realización de tareas, donde el niño aprende a planificar sus actos y mejora su lenguaje interno. A partir de los 7 años el lenguaje interno asume un papel de autorregulación, que estos niños no tienen tan desarrollado. Para la realización de cualquier tarea se le enseña a valorar primero todas las posibilidades de la misma, a concentrarse y a comprobar los resultados parciales y globales una vez finalizada.
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Bibliografía:
Belloch, A., Sandín, B. (1996): Manual de psicopatología. McGraw-Hill Interamericana. España.
CIE 10, Trastornos mentales y del comportamiento. Descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico. (1992) Organización Mundial de la Salud. Madrid. Mediator.
DSM-IV, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. (1997). Barcelona. Masson.

Fuente: Kaplan, Urgencias Psiquiátricas.


 
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