Carlos Rafael Yllescas M.  
 
  Enfermedad terminal 26-04-2024 12:17 (UTC)
   
 
Universidad de San Carlos de Guatemala
Centro Universitario de Occidente
Carrera de Psicología
Curso: Clínica II
Lic. Carlos Rafael Yllescas Mijangos


ENFERMEDAD TERMINAL

La enfermedad terminal no es simplemente un hecho biológico que acaba en la muerte; implica un complejo conjunto de procesos psicológicos de adaptación que varía mucho entre pacientes y culturas. Las reacciones ante el hecho de sufrir una enfermedad terminal van desde las formas mesuradas a las extremas. Entre las reacciones más frecuentes están el anonadamiento, la franca incredulidad o una irritabilidad generalizada. Las respuestas más sanas, reflejando de algún mo¬do u otro la aceptación, son la tristeza y el miedo. La manifestación inicial más preocupante es la ausencia de ningún tipo de respuesta emocional.

Características clínicas y diagnóstico

En general, la gente suele morir del mismo modo en que ha vivido. Es rara la aparición de psicopatología franca como reacción a una enfermedad terminal. La mayoría de los adultos han desarrollado un sistema de defensas psíquico sufi¬ciente como para afrontar la muerte.

El equilibrio cognitivo se mantiene subdividiendo el proceso de la muerte en componentes, mirando las cosas desde la perspectiva más favorable y minimi¬zando temporalmente las consecuencias. Se trata de modos saludables de utilizar la negación. Deben reevaluarse las fantasías catastrofistas, buscando información sobre etapas intermedias en las que haya una situación más favorable, adoptando una estrategia concretista de resolución de problemas y buscando objetivos a cor¬to plazo realistas y con sentido.

El equilibrio afectivo se mantiene suprimiendo las emociones o ventilándolas buscando el apoyo de los demás o aceptando, simplemente, la situación. La con¬secuencia natural de este proceso es una reacción de duelo. Será frecuente que aparezca insomnio, problemas de apetito, ansiedad y ánimo bajo.

A pesar de que haya síntomas psiquiátricos presentes, no deberá formularse un diagnóstico a menos que el paciente muestre un elevado distrés y un bloqueo en su funcionamiento habitual. Debe evaluarse la ideación suicida.

Orientación psicoterapéutica y para la entrevista

Mostrar respeto por la mente y el espíritu de la persona y preocuparse por el cuerpo del paciente. Intentar dejar que sea el paciente quien tome decisiones. Es interesante educar al paciente en técnicas de toma de decisiones. La mayoría de las decisiones pueden anticiparse y las opciones presentarse por adelantado, mientras el paciente mantiene un juicio y una voluntad claros.

En algún momento conviene implicar a la familia del paciente y darles apoyo físico y emocional.  Debe evaluarse la psicopatología familiar para tomar decisiones.

Evitar tomar las decisiones importantes en nombre del paciente, con excepción de aquellos casos en que el paciente ha documentado su voluntad de que los profesionales  toman todas las decisiones terapéuticas.   Algunos países  tienen documen¬tos específicos en los que el paciente puede especificar el tipo de tratamiento que desea recibir, y nombrar a una persona que decida por ella en caso de que en un futuro no estuviera en condiciones de hacerlo.


Evaluación y manejo

1.    Dar a los pacientes datos ajustados y adecuados.
2.    Permitirle ventilar sus miedos. Asegurarles que no van a estar solos.
3.    Aceptar las prioridades que el paciente marca, adaptándose a lo que él entien¬da por calidad de vida.
4.    Ayudar al paciente a mantener la esperanza.
5.    En algún momento hacer la transición del curar al cuidar. Los tratamientos paliativos pueden ser mejores que los curativos excesivamente agresivos.
6.    Evitar un tratamiento excesivamente rígido, especialmente si entra en conflic¬to con los deseos del paciente o la familia.
7    A medida que la muerte se acerca, y con ella el espectro del error, debe de influirse en otros  profesionales para no abandonar al enfermo,


Farmacoterapia
(Unicamente por prescripción Médica).

Se debe mantener al enfermo terminal completamente libre de dolor; con apoyo de un oncólogo debe ani¬marse a un uso liberal de los narcóticos. La fase de afrontamiento de una situa¬ción catastrófica como ésta constituye una de las indicaciones más claras para la prescripción de sedantes. Los familiares -especialmente la pareja- pueden esta también severamente afectados, y dada la importancia del papel de apoyo de la familia, puede estar indicada la prescripción de hipnóticos. El riesgo de dependencia es muy bajo. Las más adecuadas son, probablemente, las benzodiacepinas de vida media corta. Durante los primeros días, el miedo a perder el control ante la familia puede mitigarse con loracepán (Idalprem) en dosis de 0,5 a 1 mg V.O. una – tres  veces/día y por la noche, alprazolam (Trankimazin) 0,5 - 1 mg V.O. 2 veces/día y al acostarse u oxacepán (Sobile) 10-30 mg V.O. dos veces/día y al acostarse.


Referencias cruzadas:

Ansiedad, duelo.

Fuente: Kaplan, Urgencias Psiquiátricas.


 
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